lunes, 19 de diciembre de 2011

El Pluralismo religioso en la Palestina del tiempo de Jesus.


Los Fariseos.
Los Fariseos era un grupo religioso caracterizado por su estricta observancia de la Ley. Provenían del movimiento Asideo, que fue un grupo de judíos ortodoxos piadosos, del siglo II antes de Cristo, enemigos del helenismo en Judea, que apoyaron a los Macabeos y que son considerados como precursores de los Fariseos.  Este movimiento se separó en dos ramas: los Fariseos y los Esenios. Aunque tenían sacerdotes era en esencia un movimiento laico.
El nombre Fariseo viene del griego de perusim que significa los santos, los separados, la verdadera comunidad de Israel. Eran gente religiosa y piadosa. En el Nuevo Testamento son presentados como hipócritas, pero no se corresponde con lo que se sabe de ellos ya que se preocupaban mucho por cumplir todas las leyes y tradiciones religiosas, también en que otros las cumplieran.
Hacían todo tipos de obras, más allá de lo mandado por la Ley, para así tener más méritos ante Dios; ayunos, oraciones, pago de diezmos. Cumplían minuciosamente las estrictas reglas sobre la pureza ritual que de por sí eran obligatorias sólo para los sacerdotes, y las leyes sobre los alimentos.  El Evangelio que más trata el fariseísmo es Mateo exhibiendo opiniones como ésta. Para ellos lo más importante en su relación con Dios es la Ley religiosa, que es el verdadero tesoro de Israel, mucho más importante que el Templo. Atan bultos pesados y los cargan en las espaldas de los demás, mientras ellos no quieren empujarlos ni con un dedo.
Eran el pueblo de la Ley, generalmente artesanos, pequeños comerciantes, campesinos, pero, aunque proceden del pueblo, querían estar separados de él; les parecía demasiado ignorante de la Ley y, sobre todo, impuro, que no la cumple; "maldito".
Eran legalistas, pues ellos mismos habían añadido muchas leyes y tradiciones a la Ley. Formularon 613 leyes complementarias, 248 mandatos y 365 prohibiciones, difíciles de aprender y sobre todo difíciles de cumplir y reglamentaban minuciosamente la vida, especialmente la observancia del sábado y la pureza necesaria para el culto. A estas leyes las llamaban Tradición Oral, inventada por ellos y tenía tanto o más valor que la Ley escrita.
Los Fariseos esperaban una intervención divina, la venida del Mesías que libraría  del yugo de los romanos.  Se preparaban para ese "Día" con la oración, con el ayuno y, sobre todo, con la observancia fiel de todas las leyes, particularmente la del sábado.
Creían en la resurrección de los muertos (Hechos 23:6).
En una vida después de la vida, con la correspondiente recompensa y castigo sobre una base individual.
Eran ritualistas, se preocupaban mucho de las acciones obligatorias para acercarse con pureza a Dios, a la oración, al templo, a los actos de culto. La profusión de normas tendía a convertir el ejercicio de la piedad en una cuestión técnica o normativa. Para esto se guiaban por el Levítico, sobre todo en los capítulos 11 al 16, que explica las reglas de pureza.
El roce con lo impuro les impedía las relaciones con Dios ya que para ellos significaba contagioso.  Para ellos impuros eran la sangre y todo lo que toca porque, según ellos, es la vida; todo derrame sexual (por ejemplo: la menstruación); los utensilios como copas, platos, ollas sucios, pues había que lavarlos varias veces escrupulosamente; ciertos animales que la Ley prohibía comer; todo cadáver de animal o persona; no sólo el que los tocaba, aunque fuese por necesidad, también el que pisaba una tumba, un sepulcro, aún sin saberlo, quedaba "impuro" ante Dios; las personas afectadas por alguna enfermedad repugnante, en especial de la piel, como la lepra, eran "intocables", porque el mero rozarles impedía acercarse al Dios Santo; los judíos que ejercían determinados oficios u ocupaciones que eran considerados impuros; publicanos o recaudadores, prostitutas, pastores, médicos. Sentarse con ellos a la mesa u hospedarse en sus casas "contagiaba"; el solo entrar en las casas de paganos, quienes no eran judíos, contaminaba.
Tenían obsesión por los lavados rituales, sobre todo de las manos impurificadas por haber tocado algo impuro. Hasta siete veces al día el Fariseo piadoso hacía sus abluciones personales con agua y con oración. También el agua entraba en este juego pues, se convertía en un problema saber qué tipo se requería para lavar cada utensilio y para los baños de purificación, ellos distinguían hasta seis tipos de agua para estos menesteres.  Estos Fariseos pensaban que cumpliendo con la Ley y la tradición adquirirán los méritos necesarios para la salvación, y que Dios tenía que pagar esa fidelidad, esa recompensa se les debe.
Aunque los fariseos eran rivales con los saduceos, se las ingeniaron para hacer a un lado sus diferencias en una ocasión – el juicio de Cristo. Fue en este punto en el tiempo, que los saduceos y fariseos se unieron para llevar a Cristo a la muerte (Marcos 14:53; 15:1; Juan 11:48-50). 
Los Saduceos
Partido sacerdotal y aristocrático del judaísmo cuyas doctrinas y prácticas eran opuestas a las de los Fariseos.  La primera vez que se tiene referencia de los Saduceos es por Josefo,  en Antigüedades XIII.x.5-7, donde describe la decisión de Hircano I, Rey Macabeo de los judíos, 135-105 a.c. de aliarse con ellos. De allí se ve que la secta existía antes de dicho reinado.
Anteriormente se pensaba que el nombre se había derivado del sacerdote Sadoc, contemporáneo de David y Salomón, cuyos descendientes eran considerados como la línea pura y los conservadores del sacerdocio hasta la rebelión de los Macabeos. Sin embargo, se cree que la derivación del nombre se encuentra en la palabra griega, syndikoi, que significaba autoridades fiscales en el estado de Atenas desde el siglo IV a.c.
En Israel también los Saduceos controlaban los impuestos.  Al principio los Saduceos no era un grupo religioso, pero para defender sus intereses, con el tiempo apoyaron al Sumo Sacerdote. Hasta la mitad del siglo I después de Cristo controlaban el Sanedrín. Después, al serles quitado el poder secular, primero por los Zelotes y después por los Romanos, desaparecieron del judaísmo.
La mayoría de los sacerdotes de los primeros siglos, a.c. y d.c., pertenecían a esta secta, aunque no todos los Saduceos eran sacerdotes. Por lo general constituían un núcleo de personas altamente privilegiadas, por ejemplo, comerciantes ricos y funcionarios gubernamentales. Su actitud hacia las tradiciones de los padres se centró en el mantenimiento del culto en el templo. Su interpretación de la Ley, de la que aceptaban solo el Pentateuco, giraba alrededor de la ley ritual. Su actitud negativa hacia ciertas doctrinas del Antiguo Testamento se debía, en parte, a la tensión entre ellos y los Fariseos, quienes las afirmaban.
Acerca de su doctrina, Josefo afirma que los “Saduceos enseñan que el alma perece con el cuerpo”; “niegan la continuidad del alma después de la muerte”. Negaban la resurrección del cuerpo y también la existencia de mediadores espirituales entre Dios y el hombre. Además, para ellos  Dios era casi un dios ausente porque no puede ni hacer ni prevenir el mal, en cambio el hombre ejerce su libre albedrío para hacer el bien y el mal.
Su ideal político era el estado teocrático encabezado por el Sumo Sacerdote. Por eso veían con sospecha la esperanza mesiánica que amenazaba con derrotar el orden social y político existente. La mayoría del pueblo común los odiaba porque colaboraban con los Romanos y sus reyes, introdujeron y permitieron algunas costumbres que no eran judías y porque se comportaban entre el pueblo con arrogancia.
Varias veces los Saduceos se aliaron con los Fariseos en oposición a Jesucristo, sin embargo, el conflicto de Jesús con los Saduceos se agudizó mayormente en la última semana de su ministerio, cuando su popularidad entre el pueblo parecía amenazar la paz de Jerusalén. En cambio el conflicto entre Jesús y los Fariseos, debido a la influencia de estos entre el pueblo común, puede verse desde el principio de su ministerio. Los cristianos culparon a los Saduceos y a los Fariseos de la muerte de Jesús. Fueron ellos los que más intentaron detener el creciente movimiento de la iglesia primitiva.
Era un grupo religioso de judíos, relativamente pequeño, pero importante, ya que muchos de ellos eran Sumos Sacerdotes. Creían exclusivamente en la ley, y rechazaban todo tipo de tradición oral. Negaban la resurrección, la inmortalidad del alma y el mundo espiritual. Fueron denunciados por Juan Bautista y por Cristo. Se opusieron a Cristo y a su Iglesia. Apoyaron a los Macabeos en su lucha para liberar materialmente a Israel.
Los Saduceos eran bastante groseros, descorteses con sus iguales como si estos fuesen extranjeros, y consideraban una virtud disputar con sus maestros. No tenían seguidores entre las masas populares, sino solamente entre los de buena posición económica. Eran más severos en sus juicios que otros judíos. Muchos de los sacerdotes, aunque no todos, eran Saduceos; pero casi todos los Saduceos parecen haber sido sacerdotes, especialmente de las familias sacerdotales más poderosas. Bajo los primeros asmoneos algunos Saduceos desempeñaron cargos en la gerousia (cuerpo de ancianos, senado, o sanedrín).
Los saduceos dejaron de existir en el año 70 d.C. Puesto que este partido existía por sus lazos políticos y sacerdotales, cuando Roma destruyó Jerusalén y el Templo en el 70 d.C., los saduceos fueron también destruidos. 
Los Escribas
Los Escribas, en hebreo sofer,  formaban un grupo de eruditos, y en los tres primeros siglos del cristianismo eran intérpretes profesionales y profesores de las leyes y de la ética bíblica.  Los dos partidos religiosos más importantes, Fariseos y Saduceos, tenían sus propios Escribas, pero los Fariseos poseían mayor influencia por lo que sus interpretaciones eran consideradas por los judíos más autorizadas.
Era un grupo laico pero dada su apertura a nuevas interpretaciones muchos de ellos eran también Fariseos o Saduceos, predominando con el tiempo los Escribas.  Los Escribas o rabi eran la aristocracia intelectual judía, que llega al poder no por el dinero como los ancianos o senadores, ni por la sangre o casta como los sacerdotes, sino por su saber, y estaban conscientes de eso. Los Escribas llegaron al Sanedrín adquiriendo cada vez más poder después de la muerte de Herodes el Grande, año 4 a.c.  Eran al mismo tiempo, teólogos, profesores, tenían poder en lo judicial, en lo ejecutivo y hasta pueden imponer castigos de azotes y llegar al destierro. 
Su formación era en la escuela de Jerusalén, la más importante y famosa, que estaba dirigida y controlada por ellos.  Luego de  un ciclo de estudios de varios años  adquirían un sólido conocimiento del Antiguo Testamento, la exégesis de la Escritura, que era decisivo en las sentencias judiciales, y ese conocimiento era exclusivo de los Escribas del Sanedrín:
a) los escritos del Antiguo Testamento estaban redactados en la lengua sagrada, el hebreo, y esta lengua sólo era conocida por los Escribas, el Arameo era la lengua del pueblo, aun en el siglo I, los jefes de los Escribas lucharon para que el Antiguo Testamento no se divulgara en Arameo;
b) daban cuenta de los conocimientos revelados por el estudio de las escrituras, y actuar como consejeros de los jueces y de los encargados de administrar las leyes;
c) explicaban e interpretaban con autoridad la Escritura, eran los jueces y supervisores de la marcha de la vida diaria, y de interpretar las leyes bíblicas;
d) enseñaban lo que había que hacer para cumplir con la Ley, resolver las dudas que sobre la observancia se presentan;
e) eran los únicos que conocían la tradición oral que sólo se trasmitía, de palabra del maestro al discípulo;
f) eran los dueños de la tradición esotérica, es decir de los secretos más ocultos sobre doctrinas, leyes, fórmulas mágicas religiosas;
g) adquirían el  derecho a ser llamado "rabbí" y al cumplir 40 años de edad poseía plenas atribuciones como Doctor graduado;
h) redactaban nuevos textos con base en las leyes tradicionales de sus mayores.
En las reuniones legislativas y judiciales convocadas por Fariseos y Saduceos, en el Gran Sanedrín, desde el año 200 a.c. hasta el año 70 d.c., los Escribas en las sinagogas eran los jefes.  Todo esto les daba un gran prestigio ante el pueblo.
Los Esenios
Existe por información histórica clara  de esta Secta Judía.  Florecieron 150 antes de Cristo hasta 70 después de Cristo.  En la  época de Cristo, estaba constituida por hombres que se daban al ascetismo en mayor o menor grado. Con la esperanza de escapar a las impurezas rituales, se constituían en colonias separadas. El desierto de Judá, en las cercanías de En-gadi, era su lugar de residencia favorito, aunque también se establecieron en diferentes pueblos de Judá.
Cada agrupación tenía su propia sinagoga, un refectorio para la comida en común y para las asambleas, con una instalación para los baños diarios en agua corriente.
El que entraba en la comunidad abandonaba todos sus bienes. Leían constantemente la ley de Moisés y se esforzaban en observarla en todos los detalles de su existencia. Vivían, vestían y se alimentaban de forma sencilla. Se dedicaban a la agricultura y a otros trabajos útiles.  Los esenios costeaban sus propias necesidades, y prácticamente podían vivir sin utilizar el dinero. Cuando viajaban, eran hospedados y alimentados gratuitamente por los miembros de la comunidad en los otros lugares. No poseían esclavos, pues no reconocían diferencias de condición, excepto en el plano moral, en el que distinguían entre puros e impuros.
No menospreciaban el matrimonio, pero se abstenían de él, a excepción de algunos entre ellos. Sus normas morales eran de tipo ascético, con muchas exigencias sobre sí mismos. Prometían «honrar a Dios, ser justos hacia el prójimo, no herir a nadie, ni siquiera cuando eran provocados, detestar el mal, alentar el bien, ser leales, especialmente hacia las autoridades, amar la verdad, desenmascarar a los hipócritas, no hurtar nada, abstenerse de toda ganancia ilícita». Esperaban un Mesías para establecer el reino de los justos.
Filón y Plinio el Mayor son los únicos historiadores contemporáneos que han dejado descripciones de las prácticas y creencias de las comunidades de los Esenios, bastante diversas entre sí. Después de la guerra de los Macabeos, triunfó el separatismo, observancia estricta de la Ley Mosaica, entre los tres partidos: Saduceos, Fariseos y Esenios. Estos últimos, antes del 76 antes de Cristo, rompieron con los demás y criticaron su laxitud. Luego, protegidos por Herodes el Grande, realizaron campañas de misión y fundaron comunidades en casi todos los poblados de Judea.
Sus seguidores ascendieron a unos cuatro mil, pero los grupos individuales, que vivían por lo general en guetos o en las afueras de los pueblos, no pasaban de doscientos miembros. La guerra con Roma, 66-70 d,c. acabó con estas comunidades y se cree que los sobrevivientes se integraron en las distintas agrupaciones judeo-cristianas y judías.
Los Esenios se consideraban como el pueblo escatológico de Dios, el de un nuevo pacto. Extremadamente escrupulosos, creían que su cumplimiento de la Ley traería la intervención divina, en forma de guerra, que pondría fin al mundo. Por tanto, para la admisión a la secta se requería un noviciado de dos o tres años, la renuncia a la propiedad privada, en muchos casos al matrimonio y un juramento de obediencia incondicional a los superiores. Una vez aceptado, el nuevo miembro trabajaba en agricultura, artes manuales, etc., pero sobre todo se dedicaba al estudio de las Escrituras y participaba en las discusiones comunitarias. Abluciones diarias y exámenes de conciencia garantizaban su pureza levítica.
La Biblia no los menciona, pero los describe Josefo, Filo y los manuscritos del Mar Muerto: muchos de ellos de los Esenios. Plinio y Filón también describen su vida y costumbres:
Observaban la Ley, se abstenían de los placeres de la carne, y algunos renunciaban al matrimonio, menospreciaban las riquezas, eran trabajadores, preferentemente del campo, no hacían comercio, y sostenían la doctrina de la inmortalidad del alma: doctrina extraña al judaísmo. Algunos creen que Juan el Bautista y Jesús eran de esta rama de los esenios aunque muy contradictorio con el pensamiento de Cristo en cuanto a la doctrina que tenían los Esenios.  Algunos manuscritos antiguos celosamente guardados por la iglesia tradicional afirman que Maria y Jose eran Esenios, para argumentar la virginidad de Maria. La Virgen María y San José, iban a casarse, pero con votos de no tener relaciones matrimoniales. 
Los Zelotes
Los Zelotes eran los miembros de un movimiento político nacionalista en el Israel del Siglo I fundado por Judas el Galileo poco después de nacer Jesús. El nombre, del hebreo qanaim - celar se refire al celo por Yahvé guardado por sus miembros.  En doctrina eran muy parecidos a los Fariseos a causa de su interpretación nacionalista en extremo del Antiguo Testamento, y en espíritu eran como los Macabeos. Su intenso deseo de un reino independiente pudiera, haber llevado a algunos de ellos a buscar la compañía de los discípulos de Jesús. Por lo menos a uno de ellos, Simón, se distingue de Simón Pedro por ser llamado “el zelote”.
Fueron la facción más violenta del judaísmo de su época, enfrentándose frecuentemente a otras facciones como los Fariseos o Saduceos, a quienes acusaban de tener celo por el dinero. El vocablo zelota ha pasado a ser sinónimo en varios idiomas de intransigencia o radicalismo militante.
Son considerados como uno de los primeros grupos terroristas de la historia ya que utilizaban el homicidio de civiles que a su entender colaboraban con el gobierno romano, para disuadir a otros de hacer lo mismo. Dentro del movimiento Zelota, una facción radicalizada conocida como los sicarios, se distinguió por su particular virulencia y sectarismo. Eran vistos como un partido de patriotas judíos militantes del primer siglo. Ellos sostenían que la violencia era justificada si libraba a la nación de sus opresores extranjeros. Josefa los describió como fanáticos cuyas extravagantes demandas y destemplada imprudencia se transformaron en obstáculos para su propia causa.
Su objetivo era una Judea independiente del Imperio Romano mediante la lucha armada tal y como sucedió en la Gran Revuelta Judía del 66-73 durante la cual controlaron Jerusalén hasta que la ciudad fue tomada por los Romanos, que destruyeron el Templo, y tres años más tarde ocuparon la fortaleza de Masada, el último refugio Zelote, tras el suicidio de sus defensores.
Judas el Galileo es mencionado como uno de sus líderes más relevantes y recordado por sus acciones en la época del primer censo en Judea, como figura en los Hechos de los Apóstoles. En el Nuevo Testamento es conocido el capítulo en la que la libertad de Barrabás, quien podría ser un líder Zelota preso, es preferida por una muchedumbre a la de Jesús de Nazaret, atestiguando la popularidad de dicho movimiento en su época. 
Uno de los discípulos de Jesús, escogido por él como apóstol, provenía posiblemente de este movimiento, pues es designado inequívocamente como Simón el Zelote en el Evangelio de San Lucas.  Esta traducción que hace Lucas, zelotei, contrasta con la trascripción griega kananaion, de Marcos y kananaios, de Mateo, que obviamente se refieren al hebreo qanaim o al arameo kanán. Se ha especulado en cambio sin ninguna prueba, con que Judas Iscariote era "Judas el sicario". Sin embargo, en el Testamento en Galilea de Nuestro Señor Jesucristo, evangelio apócrifo etíope, se menciona a Judas como Zelota y se le reconoce como hijo de Simón el Cananeo o el Canaíta. El nombre de Iscariote sería nada más un apelativo derivado de ishi-karioth, hombre de la sica, el temible puñal curvo de los sicarios.
Juan el Bautista
Juan el Bautista, conocido tambien como el Bautista o San Juan Bautista, fue un predicador y asceta judío.  Hijo del sacerdote Zacarías y de su esposa Isabel (Lucas 1:5), es considerado el precursor de Jesucristo. Según Lucas 3:1-3, Juan comenzó a predicar y a bautizar en el desierto «el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba Judea y Herodes era tetrarca de Galilea.
La vida de Juan estuvo marcada por la oración, el ayuno, el silencio y la convivencia con sus discípulos (Hch. 2:4; 4:8, 31, etc.). En su circuncisión recibió el nombre de Juan y su padre lo enalteció como precursor del Mesías (1:67-79).
Autores lo identifican dentro del grupo de los esenios por su estilo de vida radical al punto que nos cuenta el evangelista Marcos que se vestía con piel de camello y se alimentaba con langosta y miel silvestre, pero la verdad es que entre Juan y dicho movimiento la diferencia radica en que los esenios enfatizaban en el estudio de la Ley  y de las Escrituras, y el mensaje que predicaba Juan el Bautista era de arrepentimiento, conversión y anunciando la llegada del reino de los cielos. 
El Bautista aparece por primera vez en el desierto, donde predica el bautismo de penitencia para la remisión de los pecados. Mt. 3:7-20. Los evangelistas le ponen en relación cada vez más próxima con Jesús: después de contar las discusiones entre los discípulos de Juan y los de Jesús, Juan remite finalmente sus discípulos a Jesús, a quien debieran haber seguido.
Juan Bautista se definió a sí mismo como «voz que clama en el desierto: "rectificad los caminos del Señor"» (Juan 1:23), con lo cual cumplía expresamente una profecía de Isaías (Mateo 3:1-4).
La aparición de Juan Bautista originó un creciente movimiento popular que Herodes Antipas miraba con grande inquietud, sobre todo porque Juan reprendía abiertamente el adulterio del tetrarca. Herodes hizo encarcelar a Juan (Mr. 6:17s.; Mt. 14:1s.; Lc. 3:19s.) y le mandó, por fin ejecutar (Mr. 6: 17-29; Mt. 14:3-12). Desde la cárcel, Juan había enviado a Jesús una embajada formada por algunos para preguntarle si efectivamente era el Mesías (Mt. 11:2-15; Lc. 7:18-30).
Según los Evangelios, bautizó también a Jesús en el río Jordán (Lucas 3:21-22, Marcos 1:9-11) y lo reconoció como Mesías (Juan 1:25-34, Mateo 3:13-17). Ese momento supuso el inicio de la actividad mesiánica de Jesús. Algunos autores señalan que sería más bien el arresto de Juan por parte de Herodes Antipas el comienzo de la vida pública de Jesús (Marcos 1:14).
El Bautista habló de Jesús como el «Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn. 1:29, 35), y profetizó que él menguaría mientras Jesús había de surgir en su ministerio (Jn. 3:26-30). Los seguidores de Juan el Bautista, fieles a su maestro, miraron con preocupación la creciente popularidad de Jesús (Jn. 3:25, 26); dos de ellos sirvieron de mensajeros cuando Juan sintió dudas acerca de Él (Mt. 11:1-5).
Poco después, antes de la muerte de Jesús, fue encarcelado y decapitado por orden de Herodes Antipas en la fortaleza de Maqueronte, dato mencionado tanto por Flavio Josefo (Ant., XVIII, v, 2) como por los Evangelios de Marcos 6:16-29 y Mateo 14:3-12. Juan fue enterrado por sus discípulos. Estos discípulos, que él había reunido en torno suyo (Mt. 11:2; 14:12), usaban una fórmula propia de oración (Lc. 11:1) y practicaban el ayuno (Mr. 2:18).
Años después, en el transcurso de su misión, los cristianos primitivos encontraron en Asia Menor algunos seguidores de las enseñanzas de Juan el Bautista (Hch. 18:25; 19:1-7), que abrazaron la totalidad del evangelio al reconocer al Espíritu Santo. Eran doce en total y estaban en Éfeso, juntamente con Apolo, cuando Pablo vino y les predicó la plenitud del Evangelio.
Dios les bendice!!


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